lunes, septiembre 28, 2009

She Sells Sanctuary

Desde hace muchos, pero que muchos años The Cult es uno de "mis grupos". Si me pongo a hacer una lista de mis 10 grupos/cantantes favoritos, varía de un día a otro, un mes a otro, un año a otro. The Cult siempre han estado ahí.

Les entregue parte de mi corazón el 16 de noviembre de 1991 cuando los vi en mi añorado Pabellón del Real Madrid. Vale que era mucho más joven, mucho más impresionable y llevaba muchos menos conciertos en las espaldas pero estoy segura de que presencié uno de los mejores conciertos que estos dos chulos han dado en su vida.

Las circunstancias han hecho que hayan tenido que pasar 18 años para reencontrarme con ellos. Cuando el famoso episodio de Vallecas no quise ir, no quería ver a The Cult de teloneros. Suerte, porque me ahorré el celebre bombardeo de bocadillos de mortadela. En 2007 yo no pasaba por mi mejor momento, perdí interés incluso por la música y ni tan siquiera me enteré de que vinieron a La Riviera. Por lo leído, creo que fue lo mejor que me podía haber pasado porque al parecer dieron la nota, especialmente Ian en plan Snoopy Dog.


Pues puedo decir que he sido afortunada. El sábado Ian Astbury y Billy Duffy se portaron. Es más, me dieron la ocasión de vivir, por primera vez en mi vida un bis en toda su literalidad y por sorpresa. Venía siguiendo la gira desde hacía semanas en internet. Sabía que estaban cerrando la brutal Fire Woman. Pues cuando ya el público daba por terminado el concierto salió la banda de nuevo a descargar She Shells Sanctuary que, obviamente, ya había sonado durante la primera parte de la actuación, en la que hacen el album Love de cabo a rabo. No sé si lo hicieron porque estaban muy agradecidos a los "muchachos y muchachas" de Madrid, que pusimos La (dichosa) Riviera a reventar de público y entusiasmo o porque era el cumpleaños de uno de los músicos.

Tengo que admitir que yo hubiera preferido más temas de Electric, Sonic Temple, Ceremony, Beyond Good & Evil y hasta de Born In To This... y también del de la cabra, joder, pero no voy a poner pegas al repaso a un disco que tiene Rain, Phoenix, Big Neon Glitter o la citada She Shells Sanctuary, con la que hubo catarsis colectiva a pie de pista. Eso sí, hay pocas cosas tan intensas como vivir Wild Flower o Fire Woman en directo. Para mí Sweet Soul Sister, mi favorita de ellos, pero al parecer ya están hartos de esa canción.

En cuanto a la banda, mejor dicho, al duo , hay cosas que nunca cambian: en escena se tratan como dos extraños, no interactuan para nada, Billy se queda en su rincón, con su pose de piernas abiertas y aferrado al mastil. Se luce lo justo, no busca aplausos ni en momentos en los que más brilla, por ejemplo en el solo de Electric Ocean. Ian parece un oso, por gordo y peludo, muy alejado del bellezón de melena negra y ojos oscuros de los 90. Si lo tengo delante en la cola del Ahorramás no lo reconozco. Es un chollo para la industria de la pandereta (lanzó al público, que yo recuerde, tres) y tiene un chorro de voz que, al contrario que su imagen, permanece intacto y da gloria oírlo. Yo, que iba en tirantes, acabé empapada en sudor, no sé cuántos pollos estaría criando ese hombre que se pasó todo el concierto con cazadora y guantes de cuero.

Ahora sólo me queda rezar para un Electric Live Tour o un Sonic Temple Live Tour. Por cierto, al tipillo de El Mundo que decía que hoy día The Cult se habían convertido en una banda de tributo de sí mismos, sólo le digo una cosa: jódete.

The Cult. She Shells Sanctuary.

jueves, septiembre 24, 2009

Rise

Hace unos meses, por ser una cotilla y teclear en Google "ian astbury girlfriend" me encontré con esto:



Que yo recuerde el cotilleo no es un pecado capital pero sin duda Dios quiso castigarme haciéndome ver semejante aberración.

Sí, el hombretón de impresionante torrente de voz, melenaza negra azabache y un estilo propio en el vestir que le dotaba de un atractivo estratosférico, el morenazo que me tenía arrebolado el corazón en mis veinte años, comportándose como un tontito quinceañero dando besitos y arrumacos a su novia... y lo que es peor, mal vestido, mal peinado, mal afeitado... dan ganas de darle un euro para que se compre un cartón de vino Vegé.

Afortunadamente, por lo que llevo semanas leyendo, el Ian Astbury que me encontraré el sábado (desgraciadamente en la asquerosa Riviera) no será este atontolinado con pintas de señor mayor que no se ha tomado su medicación. Será algo más parecido a esto:

The Cult. Rise. Así se empieza un tema con guitarras poderosas...

martes, septiembre 22, 2009

Daddy, Brother, Lover, Little Boy

Odio La Riviera. No sé si existe una sala de conciertos más cutre en algún barrio de Kinsasa, con ese exterior mal iluminado, siempre sucio, que cuando llueve está lleno de barro y porquería, en unz zona en la que la circulación está organizada por un perturbado (vale, esto no es culpa de La Riviera, pero tampoco ayuda)...

Tan lamentable panorama no tendría la menor importancia si dentro no se encontrara una con una sala con una visibilidad de auténtica mierda entorpecida por unas... ¿columnas que sujetan el techo para que éste no se me caiga encima y no muera aplastada y por tanto son un elemento arquitéctonico molesto pero imprescindible para la propia existencia de la sala? Noooo... absurdas palmeras pochas y caidas en medio de una barra porque algún decorador hortera con el gusto en el ano ha pensado que con esas palmeritas el cliente creería que se encontraba tomándose una cerveza aguada en una guarriplaya de Benidorm y no en pleno Madrid junto al Manzanares. Dios, cómo detesto esa sala y el sábado otra vez... ¡¡¡¡Añoro el viejo Pabellón del Real Madrid!!!!!

Hasta aquí las culpas ajenas de por qué no pude escuchar (lo de ver, si no quería acabar con los riñones hechos migas gracias a tan agradable recinto y tan ingeniosa decoración) al 100% a Mr. Big el viernes pasado. El resto fue culpa mía, por decidir, sabrá Dios decirme por qué, que el concierto era a las 21.45 en lugar de a las 21.00, y tomarme u café tan pancha mirando (que no viendo) la tele al terminar de cambiarme.


Cuando logré aparcar y lleguo a la sala, mira que suerte la mía, me encuentré con uno de los escasísimos conciertos en la historia del rock universal que han empezado con puntualidad suiza. Eran las 21.20 y según me comentó un chico llevaban ya cinco canciones. ¿Cinco? Joder, ni que fueran Ramones.

Al menos el sonido era decente desde donde me tuve que quedar, confinada en la balaustrada porque (para mi sorpresa) la sala estaba llena. Disfruté algunos exhibicionismos, como el de Pat Torpey (sí, soy una de las 10 o 12 personas en el mundo a la que gustan los solos de batería, siempre que no sean de Lars Ulrich, claro) o los varios de Paul Gilbert disfrazado de controlador aéreo (¿qué crema usa este tipo? está igual que en el 93). El de Billy Sheehan, arriesgándome a ser virtualmente abofeteada, confieso que se me hizo muuuuy largo y muuuy pesado. Me sorprendió mucho Eric Martin, bastante más descarado y comunicativo de lo que esperaba y lo bien engrasado que está el grupo en las melodías.


Se lo curraron y se ganaron al público para la causa. Para mi inmensa y enorme desgracia sin paliativos, me perdí pelotazos como Daddy, Brother, Lover, Little Boy o Green Tinted Sixties Mind (¡mi favorita junto con la imposible Stay Together!) y no me gustó demasiado como hicieron Wild World (que adoro en disco), pero bueno, ahí quedaron momentos gloriosos como Colorado Bulldog, To Be With You, o, por supuestísimo, la tremenda Addicted To That Rush, que intercalaron con Highway To Hell y otra que, así de claro, me sonaba pero no supe identificar.


Yo no lo disfruté del todo, no por ir sola (si lo pienso bien, la mitad de los conciertos los acabo por ahí sola y desperdigada) sino por el lugar y mi tremenda cagada. Espero que, no tardando mucho, me den la oportunidad de remediarlo.


Mr. Big. Daddy, Brother, Lover, Little Boy. Más o menos esto me perdí por un chute de cafeína...


lunes, septiembre 21, 2009

We Are The Champions

Sí, lo sé, no es nada original, pero ¿quién quiere originalidad? Sois los mejores, os habéis sobrepuesto a un semana de fracasos y críticas para, literalmente, vapulear a todo el que se os ponía por delante (y sin prima prenegociada... qué diferencia con otros).



Este equipo es eso, un equipo y tiene un líder que hace tres meses estaba,ni más ni menos, que recogiendo su anillo de campeón de la NBA y ayer lloraba emocionado por saldar una deuda de dos años. Pau, eres grande físicamente pero como persona eres enorme.

Gracias, chicos.

Queen. We Are The Champions. Un tópico. Fantástico tópico.


* Del concierto cuento mañana. Hoy estoy confinada en casa con dieta de paracetamol...

viernes, septiembre 18, 2009

Green Tinted Sixties Minds

El invierno ha llegado a Madrid de forma traicionera. De un día para otro hemos pasado de sudar como Camacho a estar pelados de frío y buscando a toda prisa las chaquetas guardadas. Consecuencia: mi garganta ahora mismo parece alambre de espino y mi nariz un pimiento morrón. ¿Me impedirá tal cosa ir esta noche al concierto de Mr. Big? No, por supuesto que no pero habrá que cuidarse, que la próxima semana esperan (¡ay, qué ansia!) Astbury & Duffy.

Por cierto, que me ha dejado un poco alucinada la reseña que venía hoy en el Metrópoli (el suplemento de ocio de los viernes de El Mundo) sobre este grupo: "En 1989 Eric Martin (voz), Pat Torpey (batería), Billy Sheehan (bajo) y Paul Gilbert (guitarra) eran cuatro melenudos con chupa de cuero y cara de brutos (...)". Pues no sé, Paul Gilbert siempre me pareció que tenía cara de buen chico, tal vez porque siempre me recordó muchísimo a alguien, y sobre todo Eric Martin...siempre me ha parecido que tenía pinta de señora. De hecho recuerdo que la primera vez que vi una foto de Mr. Big (fijo que en un Metal Hammer, mi biblia en la adolescencia) pensé que era un grupo con chica cantante. Más bien suena a manido tópico cada vez que hablamos de una banda que triunfó en los 90.
Buen fin de semana y no olvidéis taparos bien, que las corrientes son muy malas.

Mr.Big. Green Tinted Sixties Minds. (a falta de un vidéo decente de Stay Together)

martes, septiembre 15, 2009

Get The Fuck Out

Anoche mientras cenaba veía Los Simpson, concretamente el capítulo sobre el día del apaleamiento. Dudo que, alcanzada su septingentésima emisión, alguien no lo haya visto. Por si acaso, resumo: en Springfield se celebra el "día del apaliamiento", tradición consistente en buscar culebras y apalearlas hasta matarlas. Por supuesto, a Lisa tal "fiesta" le horroriza y con la ayuda de Barry White consigue salvar a las culebras.

Triste casualidad, hoy mismo una caterva de perturbados, sádicos e impotentes hijos de puta perseguirá, aterrorizará, masacrará, torturará durante horas y finalmente matará a un ser vivo. Tan sólo para entretenerse. Y una masa de seres despreciables que no merecen el oxígeno que malgastan en alimentar sus podridos cerebros disfrutará con la ceremonia de la angustia de un animal atenazado por el pánico luchando por su vida.

Esto ocurrirá en un pueblo que tiene todo mi desprecio, Tordesillas, que se ufana y vanagloria del escaso grado de desarrollo que ha alcanzado en medio milenio y ataca con saña y salvajismo a quien protesta contra su asquerosa fiesta o a los medios que intentan mostrarla.

No recato un insulto para quienes como actores o espectadores participarán en esta repugnante infamia propia de psicópatas. Sois seres inferiores, peligrosos, malvados, gentuza de la peor calaña y os deseo lo peor. Disfrutáis con el pánico de un animal aterrorizado y desesperado, absolutamente indefenso. Os odio, os desprecio, me dais asco.

"Tradición de 500 años", justificaba en la televisión una vomitiva malvada tiparraca sedienta de sangre y terror. Hace 500 años se hacían innumerables salvajadas que la razón humana ha ido elimenando. Salvo en Tordesillas, en Medinaceli, Denia, Coria... y en general en un país que no concibe fiestas populares sin putear a un animal.

Por desgracia ni Lisa Simpson ni un redivivo Barry White podrían ayudar al desgraciado animal que hoy hará las delicias de estos energúmenos de Tordesillas. Si lo hubieran intentado, tan encantador pueblo los hubiera echado a hostia limpia.

Skid Row. Get The Fuck Out

domingo, septiembre 13, 2009

Here I Go Again

Madame de Chevreuse es melonerista, es decir, muy partidaria de La Melonera.

La Melonera es una carrera de 10 kilómetros que se celebra dentro de las fiestas del distrito de Arganzuela. La que corrí el sábado fue la decimocuarta edición, aunque en mi caso fue la segunda participación. Es una carrera peculiar que ya forma parte de las carreras "con solera" de Madrid como la del CSIC, Canillejas, Bomberos, La Mujer, San Lorenzo, etc. y tiene una altísima participación que crece cada edición, hasta los 7.000 de este año. Pero a la vez mantiene el toque de carrera popular ya que está asociada a un barrio y sus fiestas, es gratuita y no hay camiseta técnica ni chip ni zarandajas.

Pese a tan respetable número está estupendamente organizada por la gente de la Asociación Deportiva Marathon. Ya podían tomar nota en carreras con mucho más relumbrón e inscripciones nada baratas (con 17 € se descuelgan los señores organizadores del Trofeo José Cano de Canillejas tras el desastroso ridículo del año pasado maltratando a los participantes. Esperenme sentados).

Salvo algún pequeño tapón en los primeros metros, el resto discurrió perfectamente , con constante presencia de gente de la organización indicando a los corredores (juro que he estado en carreras donde la gente se perdía porque no había indicación alguna de por dónde seguir) y animando. En la llegada además de lo habitual, agua y refrescos, lo habitual es zamparse una rodaja de melón que con 10.000 metros en las piernas sabe a gloria.

A mí me pareció una pequeña San Silvestre, por la cantidad de corredores, la hora (18.30, una maravilla posible en muy pocos momentos del año) y sobre todo porque está repleto de gente del barrio que anima y aplaude a corredores estupendos (como el ganador de la prueba, al que vi girar la esquina de la calle donde estaba la meta mientras yo estaba a punto de llegar al kilómetro 5) y corredores mantas como Madame que se dan por contentos con hacer una hora.

El recorrido tiene de todo, un comienzo suave para que la gente se divierta en la salida, sobre todo gritando en el túnel y un trozo durísimo que va de la calle Melilla hasta la Plaza de Embajadores en subida constante o dos cuestas en el kilómetro 8 más o menos y de cuyo nombre no quiero acordarme.

Hace dos semanas que me caí y me hice un ligero esguince en el pie derecho, problemas de tener unos tobillos de mierda. No contaba con correr hasta el día anterior, que decidí probar con una buena venda y un el metrobús en el bolsillo por si era cuestión de abandonar. No hizo falta, mi pie se portó y terminé en una hora pelada, lo que está bien para mí, más después de dos semanas sin correr. Me alegro de no haber escuchado los consejos prudentes. He abrazado el melonerismo y esta carrera para mí se ha convertido en cita obligada cada año.
David Coverdale. Here I Go Again, renegado ya del ahuecado de raíces y la mecha de amoniaco.

jueves, septiembre 10, 2009

Rose Of Cimarron

El diccionario de la R.A.E. no recoge la palabra "serendipia". Sí está, claro, en Wikipedia. Lo define como "un descubrimiento científico afortunado e inesperado que se ha realizado accidentalmente. Se puede denominar así también a la casualidad, coincidencia o accidente."

Con este último significado me quedo, el de casualidad. Hace algún tiempo estuve muy flipada con esta deliciosa canción, seguramente una de las más bonitas que he oído en mi vida. Por ningún hecho en concreto y sí por asociaciones mentales de mi propia cosecha, Rose Of Cimarron me recuerda a una época muy convulsa, bonita y dolorosa a la vez, para mí.


Durante los últimos 4 o 5 años no me había vuelto a acordar de sus interpretes, Poco, una exquisita de rock banda americana.En los últimos días, sin embargo en distintas ocasiones he escuchado hablar o he leído sobre el grupo.

Anoche, en Bones, otra canción de Poco, Keep On Trying, jugaba un papel importante en la relación de la protagonista con su padre. Sentí la imperiosa necesidad de volver a escuchar esta Rose Of Cimarron y de compartirla en el blog. Aquí la dejo para que los que la conocen la paledeen una vez más y los que no descubran esta preciosidad.

Poco. Rose Of Cimarron. Simplemente deliciosa.

miércoles, septiembre 09, 2009

Simple Song Of Freedom

Hasta ayer yo no tenía ni idea de quién es Lubna Hussein. Seguramente en tres días habré olvidado su nombre. Pero no quiero olvidar su acto de rebeldía. Lubna es peridodista y activista por los derechos humanos y de la mujer. El problema es que lo es en Sudán, uno de esos delirantes países instalados en la medieval idea del estado religioso y que me reafirma en mi tesis, no siempre bien vista, de la indiscutible superioridad moral de occidente, que hace más de tres siglos empezó a erradicar espanto.

El subversivo acto de Lubna fue presentarse en una cafetería de Jartum con pantalones y una camisa excesivamente transparente a juicio de las tiranas y fanáticas autoridades ¿religiosas? ¿policiales? ¿judiciales? ni se sabe. En concreto ha sido condenada por "indecencia" a una multa de 145 euros (ojo, 145 euros en Sudán) y 40 latigazos, aunque este último castigo, majetes, se lo han cambiado por un mes en prisión.


Lubna es funcionaria de la ONU, lo que podría haber utilizado para librarse de la acusación. No ha querido. De hecho se ha presentado ante el tribunal desquiciado y perverso con las mismas ropas que motivaron su condena. Como ella misma dice en un ilustrativo artículo que publicaba ayer en El Mundo, "43.000 mujeres furon arrestadas en el estado de Jartum durante 2008 por delitos de vestimenta". Que esto pase en el siglo XXI alarma. Que esto se esté extendiendo en el siglo XXI asusta. La historia ha dejado muchas lecciones y aquí se suman dos, que las mujeres siempre son las mayores víctimas de las tiranías y que no hay nada más maligno que la mezcla estado/religión.
Cuando dentro de unos días se me haya olvidado el nombre de esta brava mujer buscaré esta entrada.

Bobby Darin - Simple Song of Freedom. Den ustedes al play y disfruten de esta maravilla. Darin cambia Martinis por zarzaparrilla y menuda alhaja nos deja.

lunes, septiembre 07, 2009

Only The Lonely

Dentro de unos días hay un concierto en Madrid al que me apetece muchísimo ir.

Ni siquiera me he molestado en preguntar pero sé positiviamente que ninguna de las personas que conozco tiene mayor interés por ese concierto. La pregunta es simple: ¿me pierdo un concierto al que quiero ir por el hecho de que nadie quiera venir conmigo? La respuesta es NO, rotundamente NO.

Fríamente encuentro absurdo dejar pasar algo simpelemente porque no me vean sola. ¿Quién? Pues, también friamente, ni lo sé ni me importa. No será la primera vez que vaya sola a un concierto (en realidad será la segunda) y ya sé que no pasa absolutamente nada.

Pero no es todo tan simple. Ahí están esos absurdos complejos sociales: ese miedo a que los demás piensen que, pobre tipa, no tienes amigos que te acompañen a ese concierto, a ese viaje, a esa ver esa película. Es más, igual ni tienes amigos. No tiene sentido porque a "los demás" ni los conozco ni probablemente me los vuelva a encontrar pero es así.

Lo reconozoco, en el fondo padezco lo que el adorable Dr. Joel Fleichman llamaba "síndrome de rechazo social".

Roy Orbison. Only The Lonely.

martes, septiembre 01, 2009

Factory

Pues sí, la "working life" que nos tararea Bruce en esta ocasión ya está aquí otra vez. En realidad ya hace una semana que me reincorporé pero como una de esas modernidades absurdas que se estilan tanto en los colegios, hice periodo de adaptación y con obras en la oficina que me han hecho recordar con verdadero pavor cómo era eso de no tener ná de ná que hacer antes de Internet... un horror. En fin, un verano como otro cualquiera, con lo que eso tiene de bueno y de malo.


Cerré el curso 08/09 con la celebración en el Condado de Chevreuse de la I Gran Semana Springsteeniana. Pues para la vuelta al cole un último coletazo, una recomendación literaria que me ha acompañado este verano: el libro de Julio Valdeón Casas American Madness, sobre la gestación del enorme Darkness On The Edge Of Town.

En lo formal es una maravilla, lleno de fotos estupendas y con unos encantadores callejeros de Freehold y Asbury, el típico libro que sólo lees en casa porque no merece ser castigado en el metro o en la piscina.

El contenido es excelente. Aunque está escrito con la pasión de un fan, cosa que el autor no oculta, tiene una enorme labor de documentación. Cualquiera que haya se haya planteado alguna vez la gran disyuntiva (¿Born To Run o Darkness...?) tiene cita obligada con este libro-homenaje. Eso sí, la disyuntiva seguirá ahí pero se regocijará en una siempre recomendable escucha de este disco con algunos puntos de vista distintos (a mí al menos me ha ocurrido, por ejemplo, con Racing In The Streets).

Solo una advertencia: el lector notará como crece en su interior una rabia inmensa por no haber estado allí en el 78. Pero eso, como la vuelta al tajo, no tiene remedio.
Bruce Springsteen & The Seeger Sessions Band. Factory (Como lo he enlazado... ¿eh? Así se las ponían a Felipe II)