lunes, junio 28, 2010

We Lost Our Way

... in Pucela.

Madame de Chevreuse, se sienta a los mandos del teclado tras el dichoso examen (del que no sabré la nota hasta dentro de unos tres meses. La pericia y prestancia de l'Università per Stranieri de Perugia es digna de loa), no podía haber elegido un motivo de retorno al blogcindario con mejor argumento: Chris Isaak.

Foto: El Norte de Castilla

En los muchos años que adornan mi carnet de identidad he visto varios conciertos, no una barbaridad pero sí un número decente, y jamás he oído sonar ninguno con tanta perfección y claridad como el que Chris Isaak y su excepcional banda se marcaron el viernes pasado en Valladolid.

El escenario era inmejorable, el Teatro Calderón de Valladolid, bonito, cómodo, pequeño, con una acústica excepcional, el propio Chris Isaak señaló que estaba encantado con el teatro y que nunca había tocado en un lugar tan bonito.

Hasta el último momento mantuve la esperanza de que el concierto se retrasara una horita para dar tiempo al público a ver completo el partido de España pero no fue así y hubo que conformarse con ver la primera parta. No importó. Merece la pena de sobra. Musicalmente lo que Chris y la banda hacen sobre el escenario es una delicia. Se les nota que son una banda de gran calidad, que llevan bastante tiempo juntos y llevan el show muy bien ensayado. Pero una cosa está clara: el que manda es Chris y sabe muy bien qué hacer en un escenario.

Desde el principio toma las riendas del especetáculo. Interactúa con el público con mucho sentido del humor llegando a hacer alguna que otra caricatura de sí mismo. Como si en una sala de fiestas de los años cincuenta se tratara, baja al patio de butacas y canta para las damas presentes. De hecho, durante Love Me Tender, se adentró en la fila justo delante de la mía para cantarle un fragmento rodeándola con el brazo a la señora que se sentaba casi delante de mi. Obvio que mi único pensamiento en aquel momento era "joder, tenía que haber comprado la entrada un par de horas antes". Y puedo corroborar que a pesar de los cincuentaytantos está espeléndido, guapísimo, con todo ese atractivo de caballero de antiguos modales y hombre dulce en busca de amor. No sé si puede ser más adorable.

El concierto es un constante subir y bajar de intensidad, del rock n roll a la balada, un alarde de esa capacidad con los falsetes heredados de Roy Orbison, un movimiento de caderas "presleysiano" que dudo que hoy alguien más pueda hacer escena poniendo muy nervioso al público femenino.. todo con una clase y una elegancia que hacen que sólo este señor salga a hacer el bis vestido con el famoso traje de espejos y arranque aplausos y ovaciones en lugar de carcajadas. Todo tan perfecto que salí con el corazón henchido de amor.

En fin, que no faltó nada satisfecha por haber decidido irme a verlo a Valladolid en lugar de verlo mañana en mi ciudad (si a eso le añadimos el aderezo de vino y tapeo por esa ciudad, al igual que el año pasado con Springsteen, sale un fin de semana perfecto).


Leo por ahí que en el Azkena triufó, no podía ser de otra forma, pese a cantar bajo un buen chaparrón, y que en algunos sitios de su gira española la venta de entradas no ha ido demasiado bien. De verdad que no lo puedo entender así que sólo puedo hacer una sincera recomendación: los que anden por Valencia, Madrid, Barcelona, San Javier y Granada y no tengan entrada, que corran a por ella. Verán algo inolvidable.


jueves, junio 10, 2010

Coming Home

Vuelvo de mi retiro temporal del blogcindario por un momento porque impepinablemente debo dejar constancia de algo para la posteridad: si mi ducado fuera el mundo real Cinderella estarían reinando como dioses del Olimpo y Shelter Me sería el himno nacional.

Casi un cuarto de siglo en mi vida con sólo cuatro discos no lo consigue cualquiera. Chicos, os quiero.

Cinderella. Coming Home (eso haré yo en cuanto pase el dichoso examen, volver a mi mundo particular)