Les entregue parte de mi corazón el 16 de noviembre de 1991 cuando los vi en mi añorado Pabellón del Real Madrid. Vale que era mucho más joven, mucho más impresionable y llevaba muchos menos conciertos en las espaldas pero estoy segura de que presencié uno de los mejores conciertos que estos dos chulos han dado en su vida.
Las circunstancias han hecho que hayan tenido que pasar 18 años para reencontrarme con ellos. Cuando el famoso episodio de Vallecas no quise ir, no quería ver a The Cult de teloneros. Suerte, porque me ahorré el celebre bombardeo de bocadillos de mortadela. En 2007 yo no pasaba por mi mejor momento, perdí interés incluso por la música y ni tan siquiera me enteré de que vinieron a La Riviera. Por lo leído, creo que fue lo mejor que me podía haber pasado porque al parecer dieron la nota, especialmente Ian en plan Snoopy Dog.
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Pues puedo decir que he sido afortunada. El sábado Ian Astbury y Billy Duffy se portaron. Es más, me dieron la ocasión de vivir, por primera vez en mi vida un bis en toda su literalidad y por sorpresa. Venía siguiendo la gira desde hacía semanas en internet. Sabía que estaban cerrando la brutal Fire Woman. Pues cuando ya el público daba por terminado el concierto salió la banda de nuevo a descargar She Shells Sanctuary que, obviamente, ya había sonado durante la primera parte de la actuación, en la que hacen el album Love de cabo a rabo. No sé si lo hicieron porque estaban muy agradecidos a los "muchachos y muchachas" de Madrid, que pusimos La (dichosa) Riviera a reventar de público y entusiasmo o porque era el cumpleaños de uno de los músicos.
Tengo que admitir que yo hubiera preferido más temas de Electric, Sonic Temple, Ceremony, Beyond Good & Evil y hasta de Born In To This... y también del de la cabra, joder, pero no voy a poner pegas al repaso a un disco que tiene Rain, Phoenix, Big Neon Glitter o la citada She Shells Sanctuary, con la que hubo catarsis colectiva a pie de pista. Eso sí, hay pocas cosas tan intensas como vivir Wild Flower o Fire Woman en directo. Para mí Sweet Soul Sister, mi favorita de ellos, pero al parecer ya están hartos de esa canción.
En cuanto a la banda, mejor dicho, al duo , hay cosas que nunca cambian: en escena se tratan como dos extraños, no interactuan para nada, Billy se queda en su rincón, con su pose de piernas abiertas y aferrado al mastil. Se luce lo justo, no busca aplausos ni en momentos en los que más brilla, por ejemplo en el solo de Electric Ocean. Ian parece un oso, por gordo y peludo, muy alejado del bellezón de melena negra y ojos oscuros de los 90. Si lo tengo delante en la cola del Ahorramás no lo reconozco. Es un chollo para la industria de la pandereta (lanzó al público, que yo recuerde, tres) y tiene un chorro de voz que, al contrario que su imagen, permanece intacto y da gloria oírlo. Yo, que iba en tirantes, acabé empapada en sudor, no sé cuántos pollos estaría criando ese hombre que se pasó todo el concierto con cazadora y guantes de cuero.
Ahora sólo me queda rezar para un Electric Live Tour o un Sonic Temple Live Tour. Por cierto, al tipillo de El Mundo que decía que hoy día The Cult se habían convertido en una banda de tributo de sí mismos, sólo le digo una cosa: jódete.
The Cult. She Shells Sanctuary.