Run For Your Life

Como si me fuera la vida en ello. Así me lo tuve que plantear ayer.

Madame de Chevreuse sufrío ayer como nunca en la Carrera de Liberty Seguros. Algo me barruntaba cuando, a eso de las 9.45 caía en plena calle Goya un calor aplastante. He de admitir que venía ya calentita por haber dormido poco y mal, por los enormes problemas que tuve para aparcar, por las prisas para recoger el chip, por la pérdida de los imperdibles para el dorsal, por tener que llevar mi preciosa mochila (la de "Ayuda a un animal abandonado". Si alguien quiere una estaré encantada de contarle cómo conseguirla por 11 eurillos de ná y echar un cablecillo a todas esas protectoras que tanto coraje le echan no tiene más que preguntarme), por encontrar a las demás "tortuguitas" y por otras zarandajas que no vienen a cuento.

A la salida, Tesla en el MP3, a ver si Keith & compañía hacen que me olvide del pánico que me produce la Castellana, un falso llano de subida constante. Salgo con intención de no quemarme mucho en la subida, dejándome ir para llegar lo más fresca posible a Nuevos Ministerios. Pero no había contado yo con Lorenzo, apretándome las tuercas a lo bestia y chupándo mis más bien escasitas fuerzas.

Pobre Madame de Chrevreuse desencajada buscando la sombra como los futbolistas perracos, muerta de miedo a medida que va llegando a Nuevos Ministerios! ¡Aterrorizada según se acerca ese templo del fútbol tan venerado otrora y ahora de nuevo en las garras del Maligno! Y sobre todo... ¡reventada por un calor inmesericorde con una, de condición física mediocre tirando a chunga, corredora popular de las malas! El abandono cruzaba por mi ducal cabeza porque, al fin y a la postre, qué coño carajo hago yo un domingo a las diez y pico de la mañana arrastrando mi alma y mi cuerpo por propia voluntad. Debo confesar que los últimos cincuenta metros de Concha Espina los hice, no corriendo, sino caminando rápido. Vergonzosa pero sabia decisión porque de lo contrarío habría acabado como unos cuantos que vi tumbados en bancos esperando al Samur.

A partir de ahí, supuestamente recta y bajada, pero what the fuck? iba MUY JODIDA, sólo así lo puedo describir, rozando la deshidratación y viendo como los kilómetros medían 1500 metros, luchando conmigo misma por no echarme un lado y dejar al resto que siguiera. Pero terminé, no me apeé.De hecho, a falta de tiempo oficial, mi crónometro me daba 1.01.y pico -tan reventada iba que me olvidé de pararlo- y el neto 1.02.47. Hace 8 meses me hubiera parecido un tiempo de mierda. Tal y como estábamos el día y yo, me puedo dar más que satisfecha. Y mi historial sigue limpio de abandonos.

El domingo, otros 10.000 en Las Rozas, y con obstáculos.
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Ayer, 31 de mayo, se retiró uno de los grandes: Paolo Maldini. Elegancia y saber estar dentro y fuera del campo y no otros tan publicitados y cacareados, fantoches de mediocres méritos vendedores de mercancías variopintas.

Ciao e grazie, Paolo!

Beatles. Run for your life. Un vídeo hecho con otra de mis grandes aficiones, últimamente muy aparcada, Los Sims.