Falta menos de un mes para que salga a la luz el nuevo trabajo de Springsteen y no dejo de asombrarme cuánta capacidad de predicción hay por ahí con la escucha de una canción, que cierto es, no es lo máximo de la vida, pero no es más que eso, una canción.
En fin, yo no tengo prisa, tiempo habrá para escuchar y juzgar. Mucho menos cuando también, procedente de la nación springsteeniana, tengo para entretenerme un trabajo como el que hace un par de meses publicó a la chita callando el querido Nils Lofgren,
Old School, un magnífico y muy recomendable disco que tiene su mejor cualidad en no tener ninguna pretensión de obra maestra y sin embargo ser excelente.
El (según los que entienden) mejor guitarrista de la E Street Band se ha marcado un disco vivaz, lleno de rock, blues y garaje. Con su pinta de chavalín a pesar de haber cumplido ya 61 años, Nils nos sacude con canciones vibrantes como ese
Amy Joan Blues, dedicado a su esposa y ocasional compañera de trabajo, o la canción que da titulo al álbum, un rock clásico de molde; esta optimista
60 Is The New 18, electrizante bálsamo para los andamos por los alrededores de los cuarenta; las preciosas
Irish Angel y
Why Me. El álbum está dedicado a la memoria de Big C, lo que da un toque más de hermosura a ese
Miss You Ray que Lofgren concibió como homenaje a Ray Charles y que no es posible oír sin tener en mente al Fantasma Danny y sobre todo a Clarence.
Nils está echo un chaval y este Old School tiene propiedades antioxidantes. Si los sesenta son los nuevo dieciocho, me alegra estar en plena niñez.